Esta es la asombrosa parte 2 de mi viaje a Holanda.
Nota: Sí, sí, sé que me demoré como un año en terminar esta cuestión. Prometo al aire que me pondré al día. Todavía quedan varios viajes en cola 👍
La parte 2 iba a ser sobre Rotterdam, y bueno, todavía lo es. Acá yo visitando a los tigres cuando fui al zoológico:
Después del viaje por Eindhoven me fui a Rotterdam a conocer a los vecinos, y quién iba a imaginar que en el tren me iba a encontrar con ¡chilenos! Una amiga y un amigo que andaban de intercambio en Europa y fueron a pasear a Holanda (con la promo de 5 lucas para el avión). Después de pasear por varias ciudades (porque uno de los recorridos quedó en pana y tuvimos que tomar un atajo recorriendo medio Holanda), llegamos a Rotterdam, y nos separamos temporalmente, porque ellos iban a Amsterdam. Más de esto (aunque no mucho más) en la tercera parte.
Rotterdam es bien distinto a Eindhoven. Es una ciudad ultra moderna, con edificios gigantes y luces y toda la cosa. Tanta modernidad me dejó atontado, así que fui a visitar a los animalejos al zoológico de la ciudad.
La estación central de Rotterdam.
(¿Mencioné que al desayuno esta gente come azúcar de colores y se la echa al pan? Me enteré de esto cuando el último día en Eindhoven, Nicoline tenía como a 50 metaleros que escuchan tru-metal que iban a un festival metal ese día, y al desayuno comieron azucaritas de colores.)
Como decía, la ciudad es muy moderna. Hasta tiene una Plaza Italia propia, sólo faltaba el caballo y el logo de Bayer. También tienen a su Batmanheld.
Al día siguiente me empecé a dar cuenta de que no tenía que haber terminado de asesinar a la tarjeta de crédito para pagar la entrada al zoológico, siendo que había animales exóticos en la calle (como patos, cisnes o más bicicletas), y misteriosamente, nadie se los robaba. Dentro del zoológico, quizás lo más sorprendente para mi era la posibilidad de estar al lado de estos bichos y hasta poder acariciarlos, darles comida o aparearlos con otras especies, cosa impensable en estas coordenadas donde se roban hasta las tapas de los tarros de café.
Y por otro lado, lo más bonito del zoo era el acuario. Uno podía meterse adentro del agua y nadar con los cocodrilos y los osos panda. Acá una selfie mía dentro del estanque de las medusas:
También había pokemones muy raros, como este de acá:
El estanque de las mariposas también era muy particular. Consistía en un domo gigante con un clima tropical (a diferencia de los 4º que hacía afuera) donde los humanos, las mariposas y las pirañas convivían en una armonía mágica en la cual vivía aterrado de dar cualquier paso con el miedo de pisar a una pobre mariposa que hubiese estado en el suelo. Creo que nunca pasó.
Ahora que hago memoria (este post debí haberlo escrito hace un año, favor tener consideración con el pequeño Wax), cada zona del zoo correspondía a un continente del mundo. (Sudamérica se reducía a Brasil, pero bueno…)
En resumen, Rotterdam era bonito, nada del otro mundo. Pero no desesperéis: la verdadera aventura se vivió en Amsterdam, la ciudad que nunca duerme (y que al estar ahí me di cuenta de que se duermen muy temprano), con el post posiblemente más NSFW de toda la historia de este blog 😏.
Las fotos de este post, más otras más, las iré subiendo en mejor calidad en mi Instagram durante los días siguientes, ¡así que sígueme!
Para terminar, una inesperada armonía: ferias y malls.