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Hola qué Talca, cómo andamios

La leyenda del Burro Caníbal

Publicado el — Mar 2, 2015

Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, donde en verano es invierno y en invierno sigue siendo más o menos invierno, donde los cars pueden desaparecer repentinamente y aparecer más baratos en países cercanos, ahí, en ese lugar, acechaba la leyenda más tenebrosa que jamás hayamos vivido (sí, más tenebrosa que la del Lugar de Mosquitos).

Bueno, no fue hace mucho tiempo, sino que la semana pasada. Ni tan lejos, aunque llegar ahí es bien difícil (más difícil fue irnos). Lo del invierno es cierto, porque llueve más que la chuc– harto (intento ser coloquial culto formal en este blog, por si algún día alguien lo lee). Se trata del sector de la Laguna Roja, una misteriosa laguna ubicada en la región de Arica y Parinacota, cuyo color rojo es su marca distintiva. Si les dio flojera hacer click en el link anterior, esto dice Wikipedia:

Es llamada también Mar Rojo por que los animales acuáticos como las tortugas, tiburones, delfines, ballenas etc no llegan a salvo ya que el agua es demasiado dulce y muy caliente, eso inpide a que los animales estén a salvo y fallecen allí.

Claro, las ballenas y los tiburones no llegan a la laguna porque el agua es dulce y tibia, no porque sea una LAGUNA ubicada a CHORROCIENTOS MIL KILÓMETROS SOBRE EL NIVEL DEL MAR. Porque claro, ahí llueven tiburones y ballenas durante el invierno boliviano, o van de vacaciones en bus hasta la laguna usando el TransMarino, el servicio de transporte público de administrado por delfines corruptos que siempre sube el pasaje que se paga en conchitas de machas y ostras, cosa que siempre provoca manifestaciones en el Crustáceo Cascarudo por los sindicatos de ballenas que protestan por un mar más profundo para evitar ser comidos por los tiburones que viajan en moto… En fin. De todas maneras, el artículo wikipediense tiene harto más misterio, mística y faltas ortográficas que este post, así que mejor voy al grano.

La Laguna Roja. (Fuente: Wikimedia Commons)

Se dice que la Laguna es mágica, y que los antiguos aymaras salen del fondo de profundidad desconocida y se comen a la gente. Pero la historia que todavía no les cuento es aún más terrorífica que cualquier laguna de color. By the way, si miran la vista de satélite en google maps, la laguna parece una herida en la tierra.

El viaje fue largo. Salimos de Iquique como a las 9:40 y llegamos unas 7 horas más tarde (haga la suma usted). El camino es complicado. Primero hay que llegar a Camiña, pasando por varios pueblitos, como Chillayza, Moquella, Saupagua o Francia, y luego ir por cerros de caminos estrechos de tierra y piedras. El último pueblo cercano es Nama, que tiene hospedaje y gula (decía “guía” pero yo siempre leía “gula”). Si quiere cargar combustible, tiene que hacerlo en Pozo Almonte (sí, el mismo de la teleserie Pampa Ilusión), y cuidado, que puede andar corto, así que apague el aire acondicionado y trate de no quedarse pegado en el barro.

La vista de los pueblos Aymara (Fuente: Yo)

A lo largo del camino nos encontramos con burros, ñandúes y guanacos. Todos muy tranquilos y felices de saludar mientras hacíamos 500db de ruido tirando piedras y tierra para todos lados con el monstruo artificial de gasolina y metal. Las nubes eran bonitas.

Un par de ñandúes a la distancia. (Fuente: Yo)

Cuando estábamos a unos 20 metros de la laguna (o un par de kilómetros), nos encontramos con un río producido por las lluvias del invierno boliviano, con la arena blanda e imposible de cruzar. Una opción era seguir a pie (ya que estábamos tan cerca!!1), pero el riesgo de dejar la camioneta sola era considerable (aunque no vimos un alma en todo el lugar). Pero de pronto se empezaron a escuchar truenos y a divisar rayos a lo lejos, en una linda tormenta que se avecinaba (¿sabía usted, querido lector, que en una zona donde no hay árboles y debajo de la tormenta misma, cualquier cosa que sobresalga en altura y esté pegada al suelo hace de pararrayos en caso de tormenta? aquí las probabilidades ínfimas que todos conocen sobre la posibilidad de recibir un rayo no aplican). Así que salimos corriendo y huimos lo más rápido que pudimos, a 10 km/h, cuando empieza a llover. En unos minutos se formó barro en el camino haciendo que la camioneta se pegara y fuera muy difícil continuar. El paisaje era digno de Mordor.

Mordor. Esas piedras fueron traídas por los ríos que se forman por las lluvias durante el invierno boliviano. (Fuente: Yo)

Lo único que consiguió que saliéramos fue echar piedras a las zanjas para darle más tracción a la camioneta, cosa que no sirvió de nada porque al final igual pudo pasar por el barro. Por lo menos quedamos impecables.

(Fuente: ya saben quién)

Sin embargo, lo más tenebroso que vimos no fue la tormenta, ni la posibilidad de quedarnos atrapados en medio de la nada bajo la lluvia, relámpagos, y con poco menos de medio estanque de combustible, sino algo que vimos en el camino. Un pobre burro fue muerto y acechado por un misterioso ser que come carne burra.

(Fuente: ya voy a dejar de poner esto)

¿Quién habrá sido? En medio de la nada y en medio del camino, este pobre animal murió y fue asesinado para luego morir. Creemos sin lugar a dudas que el culpable fue el Burro Caníbal, un aterrador dragón mitológico con cabeza de burro y cuerpo de burro, invocado por los antiguos aymarás en la época del renacimiento, que come burros sólo para asustar a los turistas.

Sin embargo, durante el camino de regreso comenzaron a suceder cosas extrañas: un ruido a lo lejos, un televisor en medio del camino, un presentimiento lejano… Los animales nos observaban tranquilos, impasibles, como si supieran que nos íbamos de ese lugar. Tal vez no era un burro caníbal, sino un ñandú comeburros, un pato mutante, o tal vez… La Alpaca Asesina.

Los mantendremos informados.