Sucesos extraños han sucedido luego del suceso del burro caníbal. Volcanes han erupcionado, alguien aparte de mi ha leído este blog, y las cámaras de fotos toman vida propia y se escapan de sus dueños.
Sí, eso mismo. No lo voy a volver a repetir. Si se lo perdió, vuelva al párrafo anterior. Las cámaras fotográficas toman vida propia y se escapan de sus dueños cuando no toman fotos en mucho tiempo. En otras palabras, se aburren. ¿Ven la relación con el burro caníbal? Burro, aburren. Todo calza.
A esta conclusión llegó mi hermano luego de que le robaran su cámara en sus óltimas vacaciones con su familia. Incluso una segunda cámara desapareció luego del viaje a la Laguna Roja. Por suerte, ya que la cámara tiene Android y Dropbox, pudimos saber la identidad del nuevo dueño ya que las fotos tomadas se subían automáticamente, además de poder ubicar al dispositivo si tiene una cuenta google registrada. Menos mal que las fotos no eran PG-18. ¿Pero cómo? ¿El autor mintió? No, señores. Esa cámara tomó un par de fotos durante el paseo, y eso, nada más, permitió su recuperación. La cámara decidió que le convenía quedarse con sus dueños originales que tomar fotos de perros y selfies borrosas.
Así que ya sabe, tómele foto a todo lo que encuentre: perros, gatos, bolsas plásticas, panes con chancho, controles remotos, el sol a mediodía, usted mismo/a, etc. Su cámara se lo agradecerá, y todo su círculo de Facebook se deleitará con su visión artística contemporánea.
Ella es una visionaria.