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Hola qué Talca, cómo andamios

Hamsterdam (3/3)

Publicado el — Feb 7, 2017

Esta parte tiene de todo: contenido NSFW, museos, rinocerontes azules, parrilladas argentinas, pescado crudo y el crimen perfecto. Ahora sólo tengo que acordarme de qué hice hace más de un año.

Space Invaders Space Invaders.

Me fui a la Plaza de Armas (?) que está al lado del Barrio Rojo (Red Lights District) y me colé a uno de esos tour caminables, en el cual un australiano nos llevó a conocer los grafitis y los lugares no tan mainstream del centro. La foto de arriba es de un artista que pone Space Invaders en distintos lugares de la ciudad (creo que hasta hay una app para marcar los que uno ha visitado). Sin embargo, no es tan fácil: el loquito dijo que hay otro artista que hace Space Invaders falsos y se mezclan con los otros. El de arriba es 100% real no fake.

Un edificio cualquiera Un edificio cualquiera.

A medida que íbamos caminando, el loquito del tour nos hacía ver todas las sutilezas y expresiones en la calle, en el suelo, en los edificios, etc. Un tipo que se escaneaba la cara y la imprimía en 3D, pegándola en ciertos lugares escondidos. La verdad no me acuerdo de mucho más, porque debí escribir este post hace mucho tiempo :P. :(.

Stop Here Stop Here.

I used to be worth something

U still are, don't worry Esto estaba en el patio trasero de una casa.

Al final del tour me puse a conversar con un par de italianas (que hablaban italiano, inglés y español) y una australiana (que no hablaba ningón idioma) y nos pusimos de acuerdo para recorrer la ciudad. Fuimos a comer a un local de comida… ¡italiana! Harto tomate, quesos raros y lechuguitas. Estuvo bien bueno (de lo que me acuerdo).

Una casa cualquiera Una casa cualquiera

Recorrimos un poco la ciudad. Vimos la UvA (University of Amsterdam) y un viejito se nos acercó y se puso a contarnos cosas de la ciudad en perfecto inglés. También vimos un rinoceronte azul.

Cerca de la Universidad de Amsterdam Cerca de la UvA.

Ah? que no me creian? Ah? que no me creían?

El Barrio Rojo está entre la estación central y el centro antiguo de Amsterdam. Está lleno de bares, hostales y lugares con recuerditos NSFW. Los lugares obvios son tal como uno se los imagina: vitrinas con luces insinuantes con niñas y señoras con poca ropa esperando a vender algo que nunca supe qué era. Estaba tan prohibido tomar fotos a las vitrinas que hasta la vista de la ventana de mi hostal estaba estratégicamente tapada a los callejones esos.

Fideos para la familia Fideos para la familia

Visitamos uno de los coffee shop más famosos de Amsterdam, el Bulldog, y como buen chileno, me robé unos posavasos cuando nadie me veía. Era bonito, pero mi sangre latina (???) me hacía extrañar esa adrenalina que sólo se siente cuando estay en el Harvard o en el Ohio, al menos.

Un local donde vendían dulces. Un local donde vendían dulces.

Al día siguiente fui a conocer el Rijkmuseum, uno de los museos más famosos del mundo mundial. Al lado de éste estaba el museo van Gogh, pero no alcancé a visitarlo (aparte de que la plata me alcanzaba para ver uno solo). De todas maneras alcancé a ver un cuadro de van Gogh, llamativamente custodiado por un guardia 247. Lo llamativo no era el guardia, sino el hecho de que hubiera un guardia cuidando ese cuadro y NO EL TREMENDO DIAMANTE de la dinastía SuperTanker que estaba en otro piso. En el camino vi más bicicletas.

Creo que le faltaban bicicletas a este post. Había una gróa que recogía a las bicicletas ebrias que se caían a los canales durante la noche.

Rijkmuseum Esa casucha de ahí era el Rijkmuseum

El museo era gigante, lleno de cuadros, esculturas, barcos a escala (como 1:2), una biblioteca gigante y un montón de gente triturada como parte de una exhibición ultramoderna. También un señor que daba la hora.

Subterraneo El segundo (o tercero, o cuarto subterráneo) piso del Rijkmuseum

Diamante El diamante Banjarmasin. Pertenecía a un sultán de Borneo hasta que a Holanda le dio por decir que era suyo. Pobre sultán :(

Automata Un “autómata” destinado a ser una atracción para los invitados de la casa. En la base tiene ruedas que hace que gire, y la cabeza del ciervo se puede sacar para rellenar la figura con vino. El invitado frente al cual el autómata se detiene tiene que tomar primero.

“La ceguera de Tobit los condenó a él y a su esposa a una vida de pobreza. Su alguna vez ropa cara está desgarrada. Cuando Anna llega con un cabrito, una recompensa por su trabajo duro, Tobit piensa que lo robó. En su desesperación le reza a Dios pidiéndole una rápida muerte. Anna lo mira con asombro.” Tobit and Anna with the Kid – Rembrandt Harmensz van Rijn.

Ese el del grupo musical.

Carne hecha de silicona. “Internal Object in Three Parts” – Anish Kapoor

Uno de los lugares más turísticos, frente al Rijkmuseum. Ahí la gente jugando a barrer el hielo.

Esa noche fuimos con Silvia, Francesca y Neha a unas parrilladas argentinas (no sé por qué había tantas), donde tocaban cualquier mósica que sonara a latina, con trabajadores que no hablaban español y que ni siquiera eran holandeses. Igual estuvo rico.

Al día siguiente arrendamos un auto y fuimos a conocer un par de ciudades a las afueras de Amsterdam. Fuimos a Volendam, Schansend, y Harlem. La meta era conocer los molinos de viento.

Volendam. A lo lejos se ve el único molino de viento de la ciudad. A esta gente le sobra el espacio.

El famoso molino.

Un patito simpático que encontramos en un muelle.

Un herring (arenque). Es pescado crudo con algunos aliños. Siempre quise comer uno de esos desde que vi el video en youtube antes del viaje. La primera vez lo comí con vinagre, porque la señora me lo aconsejó. Pero resulta que el pequeño Wax no teme probar cosas nuevas y después me comí otro crudo, sin nada. Estaba weno.

En Schansend no sólo vimos muchos más molinos de viento, sino que también fábricas de chocolate y pastelerías. Era el sueño erótico de Hansel y Gretel (y el mío). En una panadería/pastelería había una señora cuya expresión era de amargura pura, de no haber sido por haber estado disfrazada con un delantal tan tierno que seguramente eso la hacía estar más amargada. Me dio miedo acercarme.

Trufas con pétalos de flores, chocolates, más dulces, y ahhhhhhh… Si pasa por ahí, se llama el Cacaolab.

Pasamos por una convención de animales que estaban discutiendo sobre cómo mejorar las métricas de evaluación de los sinusoides cabriles. No entendí nada porque no es mi área.

Me dio hambre.

Harlem era muy parecido a Amsterdam. De hecho, no había muchas diferencias, sólo que Amsterdam es más conocido. En todo caso, sólo estuvimos un rato ahí porque se nos estaba haciendo tarde.

Harlem.

No me quedaba mucho tiempo. Al día siguiente partía de vuelta a Santiago. Así que me tomé un par de cervezas, un tren y partí al aeropuerto la noche anterior. Resultaba que el aeropuerto tenía 0 (cero) actividad durante la noche y tuve que dormir en una banca sentado con mi equipaje hasta la mañana siguiente. Como a las 4am se abrió el servicio de equipaje, y partí. No se cuántas horas hasta Lisboa, donde esperé otras 6 horas para el siguiente vuelo, luego unas 10 horas (o algo así) hasta Río de Janeiro, llegando de noche y teniendo que dormir otra vez en el aeropuerto. Al día siguiente volví a Santiago y me encontré con el crimen perfecto: Mi equipaje no llegó a Santiago, y cuando llegó, me habían robado todos los recuerditos de la maleta :-(. Después de reclamar bastante y de rechazar la primera oferta de 10 lucas por los daños, me pagaron más o menos lo que perdí, pero los chocolates y ceniceros que traía seguramente quedaron en Brasil. Ojalá que los chocolates hayan estado malos. Y que el cenicero haya sido de plomo.

En resumen, fue una bonita experiencia. Holanda está a años luz (en distancia y tiempo(?)) de nosotros. ¿Volvería? Por supuesto, pero en verano.

Para terminar, un local temático de Sinatra, atendido por su propio dueño. Y Rodri Charlie, la tortuga volada.